lunes, 7 de junio de 2010

¿DÓNDE ESTÁ QUE NO LA VEO?

Hasta cinco veces en una sola semana, me ha recorrido un escalofrío en todo el cuerpo. Una por cada mujer asesinada a manos de aquel que alguna vez le prometió amor, protección y dedicación.
Y otras tantas veces ese escalofrío se ha convertido en estupefacción, en indignación e incluso, todo hay que decirlo, en rabia. Rabia e impotencia al ver la nula reacción de la sociedad a estas muertes injustas e injustificables.
¿Dónde está que no la veo? ¿Dónde está la sociedad cuando golpean a una mujer, dónde cuando la hieren, la desposeen de su esencia y acaban con su vida?
Tenemos leyes, tenemos recursos y por una vez, Partidos Políticos, Instituciones y Administraciones parecen ir un paso por delante de esta sociedad de la que hoy, no puedo evitarlo, me avergüenzo.
¿Qué le pasa a la ciudadanía que echa la vista a otro lado, que no se inmuta, que no protesta, que sigue protegiendo y justificando a los que maltratan y matan? ¿Cómo podemos consentir que se sigan pronunciando frases como “algo habría hecho” o “se lo tendría merecido”? ¿Qué puede hacer una mujer para merecer el desprecio, los golpes y hasta la muerte?
No puedo dejar de hacerme estas preguntas y otra más importante: ¿Qué es lo que falla? Si cada día somos más los que levantamos la voz contra la violencia de machista, si nuestros poderes Legislativos crean leyes para proteger a las mujeres, la Judicatura se especializa, los Ayuntamientos y otras Administraciones movilizan recursos económicos y humanos para alejar a las víctimas de sus verdugos y darles una nueva oportunidad, ¿Qué está ocurriendo?
¿Por qué todavía un medio de comunicación se permite el lujo de justificar los malos tratos de un hombre que ha pasado dos días en un calabozo, no por gusto, sino por una decisión judicial, que no se toma a la ligera, sino que se sustenta en unas pruebas e indicios? ¿Cómo es posible que un periódico de tirada Nacional, puede decir que La Ley Integral no vale para nada?, sabiendo que es el único recurso que hoy por hoy se tiene para prevenir la violencia y proteger a las víctimas? Con estas afirmaciones solo se consiguen que las mujeres que están sufriendo maltrato se echen para atrás no denuncien, por falta de confianza y las maten, como a sucedido hoy en Gerona.
¿Es así como pretendemos sensibilizar a la sociedad? No creo que ese sea el camino de la igualdad entre sexos, ese es el camino de la hipocresía que nos convierte a tod@s en un poco asesin@s, en un poco responsables de las 41 muertes de mujeres a manos de sus parejas o ex parejas en lo que va de año.
¿Qué publicarían los periódicos si fueran 41 políticos asesinados, 41 guardias civiles o soldados, 41 empresarios? Seguramente el país se convulsionaría, pero asesinan a 41 mujeres y tenemos que buscar entre las páginas del periódico una pequeña columnita en la que se nos informa, como si de los números de la Primitiva se tratara, de que ha caído otra, de dos puñaladas, de dos tiros, atropellada, golpeada con un martillo, como sea. Y pasamos la página y seguimos tomándonos el café y la tostada tras haber leído, como hoy un hombre ha asesinado a una joven de 32 años, como si nada.
Hemos avanzado contra la violencia de género, y mucho, y por eso más me sorprende que haya quien todavía defienda que dándole publicidad a estos atroces asesinatos se fortalece a los agresores y se perjudica a las víctimas. No escucho ese argumento en el caso de otras lacras sociales, como la siniestralidad laboral, los accidentes de tráfico o las víctimas del terrorismo. ¿No será que hay quien prefiere no saber lo que pasa para no sentirse culpable y dormir bien por las noches? ¿No será que hay quien no quiere que las cosas cambien?
Nadie debería poder dormir bien por la noche sabiendo que hay una mujer que está siendo vejada, maltratada e incluso asesinada sólo por ser mujer y no doblegarse o no cumplir con las exigencias dementes de un hombre.
Las mujeres, seamos de la ideología que seamos, tengamos las convicciones religiosas, políticas, éticas y culturales que tengamos debemos tener un objetivo común: acabar con esto.
Por eso, mi indignación y mi rabia me llevan a escribir estas líneas, a pedir más atención para las víctimas, más sensibilidad hacia el problema que soportan y menos hipocresía. No permitamos que esas 41 mujeres, las que las precedieron y las que por desgracia vendrán caigan en el olvido, queden en simples números y anécdotas. Ninguna sociedad puede sentirse orgullosa de ocultar y enmascarar un desastre como el de la violencia de machista. Y que no olviden las mujeres que mientras exista una sola maltratada no seremos iguales a los hombres, lo pareceremos, pero será una ficción, porque ellos seguirán siendo los que deciden qué es una mujer y cuáles merecen vivir.

Dulcenombre Rodríguez García
(equipo de trabajo)